domingo, 27 de diciembre de 2020

Adiós, 2020

A unos días de que finalice el año, diría que todo el mundo está deseando que acabe. En general ha sido un año catastrófico para la humanidad, marcado por una pandemia mundial, que dio lugar a muchos despidos, ertes, cierres de negocios...  

Antes del Estado de Alarma proclamado el 14 de marzo de 2020, ya estábamos todos viendo como lo que empezó en China, se estaba convirtiendo en algo muy grave: la cancelación el Mobile Congress de Barcelona, de partidos de fútbol, de las fallas de Valencia, cierre de centros de mayores y de centros educativos...  La gente empezó a arrasar los supermercados, y éstos se quedaban sin muchos de los productos básicos... Parecía que estábamos viviendo dentro de una película. 

Lo peor todavía estaba por llegar: hospitales y servicios sanitarios saturados, falta de equipos de protección para sanitarios. Creación del hospital de IFEMA, y se utilizó de una pista de hielo para acoger a fallecidos por coronavirus. Todo unido a la tristeza de no poder despedirse. 

Se cerraron fronteras y cerró todo el sector servicios. Además de ello, durante dos semanas se suspendieron todas las actividades no esenciales. Los que no podían ir a trabajar, tenían derecho al Permiso Retribuido Recuperable, entre el 30 de marzo y el 9 de abril incluidos. Con ello, se produjo una caída histórica para la economía española. Se colapsaron las oficinas del Sepe, y se creó el Ingreso Mínimo Vital para familias sin recursos, pero con el retraso que llevan en las oficinas del paro, hay muchos que aún no lo han cobrado.

En mayo empezó a mejorar, y tras más de dos meses encerrados, se permitió salir a los niños, durante una hora. Posteriormente, se hizo con el resto de la población, en un radio de 1 km de casa. Y finalmente, empezaron las famosas fases de la desescalada

En verano tuvimos bastante libertad de movimiento, y actualmente estamos inmersos en la segunda ola, o incluso hay quien dice que en la tercera. Conozco gente que parece que ya se les ha olvidado todo. Ahora las medidas que tenemos son muchísimo más light que antes. Durante marzo/abril, estaba prácticamente prohibido salir a la calle, hubo semanas que ni siquiera estaba permitido salir a trabajar, sólo los servicios esenciales. Considero que actualmente tenemos muchísima libertad dentro de lo que cabe. Pero hay algunos que parece que les da igual, y hacen viajes por ocio cuando no se puede salir de la comunidad, y en general, no cumplen con las medidas sanitarias. Intentemos cumplir ahora, para poder estar como antes lo antes posible. 



Diría que en general, con la pandemia hemos aprendido a valorar más la vida. Personalmente he tenido a un familiar cercano contagiado, y en la época en la que no había test, y estaban los hospitales saturados. No salía de la cama, no comía y adelgazó 20 kilos. Sin embargo, miraba por la ventana, y decía que el cielo estaba más azul. Las semanas que pasé hasta que se recuperó del todo, no se lo recomiendo a nadie. Además de no poder visitarlo, ni hacer nada. Diría que una de las peores cosas del virus, es el hecho de no poder ver a los que están enfermos, o peor aún, que estos mueran solos.

Pero la verdad es que al final, de una forma o de otra, todo pasa. Personalmente puedo contar muchas cosas buenas. Mi filosofía de vida es intentar sacar lo bueno, de todo lo malo que venga. Dicen que somos un 10% de lo que nos pasa, y un 90% de cómo nos lo tomamos. Nosotros no podemos decidir muchas cosas que nos pasan, pero sí podemos decidir la actitud con la que lo afrontamos. 

Por lo demás, yo estoy muy agradecida a este 2020. Agradecida de dos experiencias laborales muy satisfactorias: me despidieron de la biblioteca donde trabajaba por el Coronavirus pero a la semana encontré trabajo relacionado con el Covid, y posteriormente teletrabajé en una farmacéutica. En mi caso, el Covid me ha abierto puertas, y estoy reorientando mi carrera hacia el ámbito de la documentación sanitaria, un área que me encanta desde que estudié una asignatura sobre ello en primero de carrera. 

El primero de los trabajos que he mencionado, era presencial, y se consideraba Servicio Esencial. Miro hacia atrás, y recuerdo cómo entre marzo/abril, sólo salíamos fuera a trabajar los servicios esenciales. Recuerdo que mi autobús pasaba cada hora, y que en plena hora punta iba completamente vacío. Recuerdo las calles totalmente vacías, las fuentes paradas. Grandes calles como el Paseo del Prado sin absolutamente ningún coche, ni ningún humano. Impacta bastante, pero por otro lado me siento afortunada de haber visto todo eso, y poder contarlo.




He vivido el teletrabajo, y me ha encantado. Considero que se aprovecha muchísimo el tiempo, tanto a nivel laboral como personal. En mi caso, aprovechaba los descansos para hacer tareas de la casa, cocinar, etc. Me siento totalmente afortunada por haber podido teletrabajar dónde lo he hecho. Todo pasa por algo, y acabo el año con un contrato de larga duración firmado.

Este 2020 muchos han tenido que aprender a usar las nuevas tecnologías, para poder ver a sus seres queridos. Se ha multiplicado el uso de las aplicaciones de videollamada, para poder sentirnos más cerca de nuestros seres queridos. Gracias a las nuevas tecnologías hemos estado más cerca de los nuestros, además de muy entretenidos: hemos tenido Circo del Sol gratis, revistas gratis, libros gratis, visitas virtuales a museos, conciertos online gratis... Con todos los recursos que había raro es el que se aburría por no poder salir de casa. 

Hemos aplaudido a los sanitarios cada tarde, cosa que emocionaba bastante. Y mucha gente ha sacado su vena cocinera, y se han puesto a hacer bizcochos y pan. Ha habido infinidad de memes relacionados con la falta de papel higiénico en los supermercados, con Fernando Simón, con las fases de la desescalada... con casi cualquier cosa. Me he reído muchísimo con alguno. Me hice adicta a los stories de Instagram del cantautor Andrés Suárez. Es hijo y hermano de médicos, y cada noche colgaba infinidad de memes, decía que entre tanta desgracia estaba muy bien acabar el día con sentido del humor. 

Con este todavía sigo riéndome cada vez que lo veo: 





Se ha disparado la creatividad para hacer cosas en casa, muchos cantantes han compuesto discos nuevos durante el confinamiento, otros han compuesto canciones sobre la situación que estábamos viviendo: Alejandro  Sanz publicó "El Mundo afuera", Funambulista "A un par de metros de tí", Rozalén "Aves Enjauladas", Sofía Ellar y Álvaro Soler compusieron "Barrer a Casa" y muchos más...  También se hizo una nueva versión de Resistiré, y se puso canción a Yo Me Quedo en Casa Festival, cuyo videoclip me encanta. 

Para finalizar, os dejo una canción que hace un resumen sobre este año. Os deseo a todos que acabéis bien este 2020, y que también hayáis aprendido mucho de él. Esperemos que 2021 sea mejor en todos los aspectos posibles. 

Os dejo también debajo dos post antiguos, uno sobre supersticiones de año nuevo, por si queréis aplicar alguna este año, y otro sobre el reloj de la Puerta del Sol. Este año va a ser el primero en dar las campanadas con la plaza vacía... Otro hecho histórico. 



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domingo, 6 de diciembre de 2020

Alimentar la mente

 Hace unos días, trasteando en la biblioteca de mi barrio, vi un pequeño libro que me llamó mucho la atención: se titula "Alimentar la mente", de Lewis Carroll, autor de Alicia en el País de las Maravillas. Decidí cogerlo, y al llegar a casa me lo leí de un tirón. Comienza así: 

"Desayuno, comida y té. En casos extremos desayuno, almuerzo, comida, té, cena y un vaso de algo caliente antes de irse a la cama .¡Cuántos cuidados nos tomamos en alimentar a nuestro afortunado cuerpo! Pero, ¿Cuántos de nosotros hacemos algo similar por su mente? ¿Y qué es lo que marca la diferencia? ¿Es el cuerpo, con mucho, el más importante de los dos?"


El libro está dividido en dos partes: la primera es un ensayo en el que narra que deberíamos alimentar a la mente igual que alimentamos al cuerpo. Lewis narra en calve de humor, que alimentamos mucho mejor al cuerpo que a la mente, de la que muchas veces nos olvidamos. En la segunda parte, explica cómo narrar una carta, de una forma que hará que sueltes alguna carcajada. Fue escrito en el año 1884, pero es aplicable hoy en día.

Hay partes de la narración que me han encantado, otras que me he reído mucho... En este post os voy a dejar varios extracto del libro. Si podéis animaros a leerlo, tiene sólo 69 páginas, se lee en un rato. En la web de la biblioteca de la Universidad de Toronto tenéis accesible la primera parte a texto completo, en inglés. 


"Tanto el cuerpo como la mente tienen sus reglas, y las del cuerpo son aplicables a su vez a las de la mente. Primera, sobre los intervalos: son tan necesarios para la mente como lo son para el cuerpo, con tan solo la siguiente diferencia: que mientras que el cuerpo requiere tres o cuatro horas antes de estar preparado para otra comida, la mente tiene suficiente en muchos casos con tan solo tres o cuatro minutos, Creo que el intervalo requerido es menor de lo que normalmente se cree, y, según mi experiencia personal, recomendaría aquel que ha dedicado varias horas seguidas a pensar sobre un tema, probar el efecto que, pongamos una vez cada hora, tiene una pausa de cinco minutos, preocupándose de dejar en esos cinco minutos la mente absolutamente en blanco y volverla completamente hacia otros temas. Es asombrosa la cantidad de ímpetu y elasticidad que recupera la mente durante esos cortos periodos de descanso. Y entonces, así como se mastica la comida, el proceso mental que esto conlleva como efecto es simplemente el de comenzar a pensar sobre lo que leemos. 

"Y muchas veces, una mente que corre de libro en libro, sin esperar a la digestión ni a poner en orden nada, cae en tal estado que, lamentablemente, su propietario se encuentra lejos de ser capaz de acomodarse al carácter que sus amigos le otorgan: <Es un hombre absolutamente leído. Ponlo a prueba ahora mismo sobre cualquier tema. No lo podrás dejar fuera de juego > [...] y entre todas estas, el hecho que buscaba está revuelto y enmarañado sin esperanza"


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