domingo, 6 de diciembre de 2020

Alimentar la mente

 Hace unos días, trasteando en la biblioteca de mi barrio, vi un pequeño libro que me llamó mucho la atención: se titula "Alimentar la mente", de Lewis Carroll, autor de Alicia en el País de las Maravillas. Decidí cogerlo, y al llegar a casa me lo leí de un tirón. Comienza así: 

"Desayuno, comida y té. En casos extremos desayuno, almuerzo, comida, té, cena y un vaso de algo caliente antes de irse a la cama .¡Cuántos cuidados nos tomamos en alimentar a nuestro afortunado cuerpo! Pero, ¿Cuántos de nosotros hacemos algo similar por su mente? ¿Y qué es lo que marca la diferencia? ¿Es el cuerpo, con mucho, el más importante de los dos?"


El libro está dividido en dos partes: la primera es un ensayo en el que narra que deberíamos alimentar a la mente igual que alimentamos al cuerpo. Lewis narra en calve de humor, que alimentamos mucho mejor al cuerpo que a la mente, de la que muchas veces nos olvidamos. En la segunda parte, explica cómo narrar una carta, de una forma que hará que sueltes alguna carcajada. Fue escrito en el año 1884, pero es aplicable hoy en día.

Hay partes de la narración que me han encantado, otras que me he reído mucho... En este post os voy a dejar varios extracto del libro. Si podéis animaros a leerlo, tiene sólo 69 páginas, se lee en un rato. En la web de la biblioteca de la Universidad de Toronto tenéis accesible la primera parte a texto completo, en inglés. 


"Tanto el cuerpo como la mente tienen sus reglas, y las del cuerpo son aplicables a su vez a las de la mente. Primera, sobre los intervalos: son tan necesarios para la mente como lo son para el cuerpo, con tan solo la siguiente diferencia: que mientras que el cuerpo requiere tres o cuatro horas antes de estar preparado para otra comida, la mente tiene suficiente en muchos casos con tan solo tres o cuatro minutos, Creo que el intervalo requerido es menor de lo que normalmente se cree, y, según mi experiencia personal, recomendaría aquel que ha dedicado varias horas seguidas a pensar sobre un tema, probar el efecto que, pongamos una vez cada hora, tiene una pausa de cinco minutos, preocupándose de dejar en esos cinco minutos la mente absolutamente en blanco y volverla completamente hacia otros temas. Es asombrosa la cantidad de ímpetu y elasticidad que recupera la mente durante esos cortos periodos de descanso. Y entonces, así como se mastica la comida, el proceso mental que esto conlleva como efecto es simplemente el de comenzar a pensar sobre lo que leemos. 

"Y muchas veces, una mente que corre de libro en libro, sin esperar a la digestión ni a poner en orden nada, cae en tal estado que, lamentablemente, su propietario se encuentra lejos de ser capaz de acomodarse al carácter que sus amigos le otorgan: <Es un hombre absolutamente leído. Ponlo a prueba ahora mismo sobre cualquier tema. No lo podrás dejar fuera de juego > [...] y entre todas estas, el hecho que buscaba está revuelto y enmarañado sin esperanza"


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