jueves, 1 de noviembre de 2012

El reloj parado a las 7


"En una de las paredes de mi cuarto hay colgado un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas, detenidas desde casi siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto.

Casi siempre, el reloj es sólo un inútil adorno sobre una blanquecina y vacía pared. Sin embargo, hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes, en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix.

Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, y los cucús y los gongs de las máquinas hacen sonar siete veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces al día, por la mañana y por la noche, el reloj se siente en completa armonía con el resto del mundo.

Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección... Pero, pasado ese instante, cuando los demás relojes callan su canto y las manecillas continúan su monótono camino, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que una vez detuvo su andar.

Y yo amo ese reloj. Y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez siento que me parezco más a él.

También yo estoy detenido en un tiempo. También yo me siento clavado e inmóvil. También yo soy, de alguna manera, un adorno inútil en una pared vacía.

Pero disfruto también de fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora.

Durante ese tiempo siento que estoy vivo. Todo está claro y el mundo se vuelve maravilloso. Puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todo el resto del tiempo. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable.

La primera vez que lo sentí, traté de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue así. Como mi amigo el reloj, también se me escapa el tiempo de los demás.

Pasados esos momentos, los demás relojes, que anidan en otros hombres, continúan su giro, y yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar, que acostumbro a llamar vida.

Pero sé que la vida es otra cosa.
Yo sé que la vida, la de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía del universo.

Casi todo el mundo, pobre, cree que vive.
Solo hay momentos de plenitud, y aquellos que no lo sepan e insistan en querer vivir para siempre, quedarán condenados al mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianidad.

Por eso te amo reloj. Porque somos la misma cosa tú y yo."

"El reloj parado a las siete", Giovanni Papini
Extraído de 'Déjame que te cuente', de Jorge Bucay.


Gracias por aquel regalo aquellas Navidades de 2009

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Por el recuerdo de aquellos fugaces momentos, que nos hacen sentir vivos... Aquellos momentos, que son los que nos impulsan a seguir viviendo en este mundo de locos... Gracias

3 comentarios:

  1. Me ha encantado.
    No sé por qué me suena "Déjame que te cuente", de Jorge Bucay.... puede ser que lo tenga por casa. Lo buscaré, y si es así, lo leeré. Merece la pena, por lo que he visto, ayuda a reflexionar =)

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  2. El relato me recuerda mucho a otro cuento que quizá conozcas. El que habla de un cementerio en cuyas lápidas tan solo figuran el total de años en los que la persona fallecida ha sido feliz. Años, que bien podrían ser la consecuencia de la suma de todos esos momentos en los que nos sentimos vivos. Una cifra que, una vez comprobada, nos haría esbozar esa leve sonrisa inconsciente que nos sale cuando las cosas encajan. Al fin y al cabo es esa totalidad de instantes la que nos hace levantarnos día a día y da sentido a nuestras vidas. Porque, ¿qué mejor premio que llevarse cuando ya no estemos?

    Te dejo el link del cuento. Probablemente lo conozcas es famosillo
    http://www.loscuentos.net/cuentos/link/207/207673/

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  3. ¡Me alegro de que os haya gustado el cuento, muchas gracias por los comentarios!

    - Sofisú: Siii, si lo tienes te lo recomiendo encarecidamente, viene muy bien para pensar y ayuda mucho :)

    - Javi: justamente, el cuento que tu me dices es otro de Jorge Bucay. La versión de tu enlace es diferente, pero viene a signicar lo mismo. Muy bonitas tus palabras, y como dicen ambos cuentos, al final del todo, el verdadero tiempo vivido, es el que disfrutamos, el que recordamos con una sonrisa y al que mantenemos presente :)

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