En mis más de 10 años de experiencia laboral, he tenido de todo: becas en la administración pública, prácticas, contratos con la empresa privada... Y mis mejores experiencias sin duda, las que he tenido en la administración pública, ya sea como becaria, o con una externalización de servicio con una empresa. Me considero afortunada ya que la mayoría de los sitios donde he trabajado, han sido trabajos que me encantaban, trabajos en bibliotecas en los que me daba pena irme de vacaciones porque no iba a ver a mis usuarios en esos días. Ahí es donde se ve que te apasiona tu trabajo. (Queridos lectores... si conocéis a alguien de RRHH de una biblioteca, ¡pasadme el contacto!)
Hace justo un año, tomé una muy mala decisión: dejar un trabajo que me encantaba, por otro que pintaba bien y prometía mucho. El primer día tras unas horas de formación no remunerada, quise salir corriendo, pero ya no había marcha atrás. Tras siete meses, acabó el proyecto. Me dijeron que iba a ser mínimo un año, y que a los seis meses me subirían el sueldo. Nada se cumplió, y ahora podría seguir en el sitio que dejé por ellos. A partir de ahí, desconfío mucho de la empresa privada, y lo que prometen en muchas entrevistas de trabajo.
Lo que he aprendido es que si estás a a gusto en tu trabajo actual, no lo cambies. Todo es mejorable siempre, pero es preferible tener un trabajo que te apasione y cobrar poco, a cobrar mucho y no estar a gusto en el trabajo. Hay que tener cuidado con las entrevistas en las que son demasiado simpáticos, en las que te prometen muchas cosas, pero no ahora, sino a medio-largo plazo. Ten cuidado con lo bonito que te lo van a pintar, seguramente, no lo sea tanto.
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