A los niños pequeños, les encantan que les cuenten cuentos. A mí lo que me gustaban, eran las fábulas. Cada noche antes de dormir, mi madre me leía una fábula del libro que teníamos (y tenemos) de Samaniego. No sé exactamente por qué, pero mi fabula favorita de pequeña, era la de La Lechera. Ahora me sigue gustando, y me encanta el mensaje que transmite.
Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado,
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡ Yo si estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañia que su pensamiento,
que, alegre, le ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera.
Esta leche, vendida,
en limpio me daría tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estio
me rodeen cantando el pio, pio.
Del importe logrado
de tanto pollo, mercaría un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castañas, engordaría sin tino;
tanto, que puede ser que yo consiga
ver como se le arrastra la barriga.
Lo llevaría al mercado;
sacaría de el sin duda buen dinero:
compraría de contado
una robusta vaca y un ternero
que salte y corra toda la campiña,
hasta el monte cercano a la cabaña.
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que, a su salto violento
el cántaro cayó ¡Pobre lechera!
¡Que compasión! Adios leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh, loca fantasía,
quien palacios fabricas en el viento!
modera tu alegría;
no sea que ,saltando de contento,
al contenplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más prospera fortuna;
que vivírias ansiosa,
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles, impaciente, el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro"
La Lechera (fábula) - Samaniego
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